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Tlaxiaco es conocida de esta forma también, ya que durante “El Porfiriato”, Tlaxiaco floreció y tuvo su auge a finales del siglo XIX, particularmente en el ámbito económico con la llegada del “Banco Oriental de México”, además de las industrias comerciales como la de la fábrica de cigarros “La República”, la producción en los talleres artesanales que tenían, se producían diversos artículos como: sombreros de lana, jabones, sarapes y zapatos, entre otros productos. Este florecimiento favoreció la posición de Tlaxiaco como un centro económico, político, social, cultural y fue muy reconocido por la excelente calidad de sus productos, al grado que eran reconocidos en otros lugares por su prestigio, fue por ello que recibieron estos artesanos una invitación muy importante para que participaran con una muestra de estos, en una feria en la Ciudad de la Moda, en París en el año de 1888, a la cual asistieron y tuvieron muchísimo éxito por su belleza y calidad, siendo esta experiencia un gran detonante en Tlaxiaco.

Al regresar, los expositores del viaje contagiaron la euforia de la cultura y la moda parisina a sus paisanos y así la llegada de diferentes personalidades que impulsaron la arquitectura, moda y costumbres europeas, particularmente francesas. De este modo, las familias pudientes comenzaron a adoptar costumbres francesas, así como artículos como pianos, ropa, perfumes, mobiliario y decoración, obras literarias y de teatro originarias de Francia, siendo por esto que surge el mote de “El París Chiquito”, apodo que se preserva hasta el día de hoy entre sus habitantes.

La decadencia de Tlaxiaco, empieza a raíz de la revolución: los tremendos saqueos de que fue víctima, hicieron huir a muchas familias que emigraron a la ciudad de México y Puebla. Familias que eran dueñas de industrias, centros de trabajo en la cabecera o en el campo. Las tierras se abandonaron. El golpe final para “la perla de los mixtecos”, fue la apertura del camino que entroncaba con la carretera panamericana.